“Horizonte robado”:2009 acrílico sobre madera 90x60 cm.

Quizás sea sólo una pulsión:

Un incontenible deseo de manchar el desierto blanco del recuerdo o quizás deshacerme de él, pero la pintura siempre fue el objetivo de mi ser y el testigo de mi historia, como las cuevas para los antiguos o La Quinta del Sordo.

No se trata en ningún caso de representar la realidad ni de idealizarla: se trata de describirla desde lo profundo y sin ataduras estéticas. Relatar lo que acontece a mi alrededor con iconos que van desde lo religioso hasta lo mundano y de lo cotidiano a lo místico.
Subjetivo, crítico, retorcido, puntiagudo, tenaz, oscuro. La descomposición atómica de las emociones convertidas en píxeles y dolorosos reencuentros con la muerte. Aquelarres, negaciones y profundos estados de ansiedad emocional. Desechos cárnicos en papeleras de papel y madera, jirones de recuerdos perdidos en los troncos de los árboles. Belleza esquiva e irreal sensación de amplitud. Bucólicos pasajes que nos conducen por caminos más bucólicos aún y ecos del futuro. Tan azul pero tan pálido.
En mi caso, el color siempre ha estado supeditado a la forma. Siendo éste una consecuencia de la búsqueda de nuevos métodos expresivos. Últimamente, el color surge por sí mismo en mis cuadros, incluso protagonizándolos. Suelen ser fríos y melancólicos, como en el amanecer o en el ocaso.

“Autorretrato del alma”:2007 acrílico sobre madera 80x60 cm.

Las obras se desarrollan sin bocetos o ideas preliminares. Son como manchas que derivan en formas, adquiriendo sentido según transcurre el tiempo. Casi todo me arrastra hacia un nuevo color o forma, convirtiéndose mi trabajo en un diario visual, libre de ser retomado en cualquier momento o repintado como un día nuevo. La concepción saturada del espacio deriva de la necesidad de representar el mundo en su totalidad, ¿Cuántos estímulos recibe la mente en un solo segundo?
Sobre formatos normalmente lisos crea texturas por acumulación de pigmento. En algo parecido a la encáustica éste usa su libre albedrío en forma de gotas, prominencias y manchas tan inesperadas como oportunas. Siendo ésta la aportación del azar y el recuerdo de que el arte es efímero. El arte se pinta a si mismo.

“Horizonte robado”:2009 acrílico sobre madera 90x60 cm.

“Autorretrato del alma”:2007 acrílico sobre madera 80x60 cm.

“Los sueños rotos y el manual de la tristeza”: 2007 y 2009 acrílico sobre madera 170x60 cm.

La obra que aparece encima de este texto fue inicialmente pintada con un cielo azul de mediodía y con un fondo y primer plano poco definido. Dos años después el cielo declinó en un atardecer y adquirió otra atmósfera. Algunas veces el lugar donde transcurre la acción tiene algún punto de fuga o un fondo muy alejado y su disposición sólo admite una interpretación. Otras adquieren una cuarta dimensión la cual permite que el cuadro sea dispuesto en varias posiciones adquiriendo diferentes sentidos o interpretaciones. Á veces carecen de referencia de línea de horizonte o tienen varias. Normalmente estos cuadros tienden a ser más densos cercanos al horror-vacui.

“El Jardín triangular”: 2008 Acrílico sobre madera 90x40 cm.

Esta concepción del espacio nace de la necesidad de representar todo lo que está a mi alrededor, como la función de una hoja de un árbol dentro de un bosque. Tanta forma pequeña evoluciona en formas grandes como una pareidolia que generaría todas esa hojas de ese bosque al ser mecidas por el viento y vistas de lejos. Supone el método perfecto para encriptar mis sentimientos a la vista de todos.

En definitiva que la obra se cree en la cabeza del observador y que este decida sobre el sentido de la obra. Además experimentar sobre el color y la belleza además de relatar el mundo y deshacerme a la vez de mis demonios. Rehacer lo nuevo con las antiguas y atemporales dudas metafísicas de un ser que vive nuestro tiempo.

Alejandro López Salazar